Muerte a manos de delincuentes: Bocinazos y un pedido de ayuda que nadie quiso escuchar

La muerte de Mariano Román en Ramos Mejía y la falta de ayuda ante el pedido de auxilio de su mujer expusieron el clima de pánico que se vive en una de las regiones más peligrosas del Gran Buenos Aires.

«Escuchaba que la chica tocaba la bocina de la camioneta y pedía ayuda. Pero viste cómo es esto: nadie quería de salir de su casa, una nunca sabe lo que le puede pasar con estas cosas». María Esther, una vecina de Ramos Mejía de unos 60 años, reflejó el drama que atraviesa el Oeste del Gran Buenos Aires respecto a la inseguridad. Esos bocinazos, ese pedido de auxilio eran de Vanina Ferrara, la mujer de Mariano Martín Román, el empresario asesinado en la madrugada del domingo, y que hoy lucha por su vida en un hospital de la zona.

«Los robos ya son algo de todos los días acá. Esta calle (Urquiza) te lleva directo a San Justo. En los fines de semana pasan muchos autos, generalmente de chicos que van a los boliches. Pero en la semana no pasa un alma», agregó María Esther, la vecina que el domingo cerca de las 5 de la mañana oyó los gritos y los bocinazos que provenían de la calle y presa del pánico no acudió al reclamo.


Nahuel Bellocq fue asesinado de un tiro en la cabeza delante de su novia, en Villa Luzuriaga

Producto de las paradojas del destino, el último hecho violento en esa calle Urquiza de Ramos Mejía se produjo en medio del fin de semana y el rescate llegó minutos después de los bocinazos, cuando Ferrara ya se encontraba muy débil y producto de una necesidad de otro vecino, que se encontró con la trágica escena sólo porque el vehículo de la pareja atacada obstruía el garage de su casa y le impedía sacar su auto.

Todavía resulta un misterio los hechos que condujeron a la muerte de Mariano Román. Aparentemente, sólo una bala fue suficiente para asesinar al empresario de una compañía de seguros y para herir a su mujer. Además, se estima que el hombre pudo manejar durante unos 300 metros hasta perder el conocimiento y quedar con el auto varado en el medio de la calle.

Mientras Vanina Ferrara todavía lucha por su vida en el Hospital de Agudos Güemes y necesita de 20 dadores de sangre para poder salir adelante, el partido de La Matanza alimenta una vez más una ola de inseguridad que se convirtió ya en un lugar común en el conurbano bonaerense.

Según informó el diario Clarín, en el 2017 la Provincia de Buenos Aires registró 50 asesinatos, de los cuales 12 (más del 20%) ocurrieron en el partido más grande del conurbano. Es decir, La Matanza registró uno de cada cinco homicidios en los cinco meses del año.

El 2017 ya se cobró las muertes por crímenes de los jóvenes Nicolás Godoy (23 años), Nahuel Bellocq (24), Maximiliano Cuello (22), Maximiliano Taranto (28) y José Luis Sosa (25) hasta la del policía federal Pedro González (28), los jubilados Rodolfo Coñuenao (77) y Luis Pomponio (70) y Gustavo Rodríguez (44).

Además, como si algo faltara, la ola de homicidios se sumó a una moda cada vez más creciente de secuestros extorsivos.

«Ya no sabemos qué más hacer. Antes nos ponían policía en algunas cuadras y ahora ya no están. La mayoría de nosotros no tenemos la manera de mudarnos a otro lugar más seguro. A veces sentimos que es cuestión de suerte. A cualquiera le puede tocar en cualquier momento», sentenció la vecina María Esther, esa misma que decidió no acudir al pedido de ayuda por miedo de que se tratara de un engaño para perpetrar una entradera. Ese es el retrato de una zona que respira paranoia, delincuencia, inseguridad y crimen.

Fuente: Infobae

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