Manu Ginóbili dio un emotivo discurso en la despedida de Tony Parker

El AT&T Center tuvo una emotiva y soñada noche pese a la derrota por 113 a 109 ante los Memphis Grizzlies. Es que el público de los San Antonio Spurs volvió a tener enfrente a su histórico Big Three para rendirle un merecido homenaje a Tony Parker.

El conjunto texano decidió retirar la mítica camiseta número 9 que lució el base durante los 17 años en los que estuvo en la franquicia. Junto a Manu Ginóbili y Tim Duncan conformaron uno de los tríos más exitosos en la historia de la NBA (ganaron 4 anillos) y se convirtió en el séptimo jugador con más triunfos en la historia de la liga, con 892.

Uno de los momentos más impactantes de la jornada fue cuando fue el turno de pasar al frente y de decir unas palabras del argentino. Aunque en un momento la prensa quiso instalar que entre ambos no había buena relación y por tal motivo Parker no le pasaba el balón al bahiense, fue el ‘20’ de los Spurs quien dejó en claro que su conexión va mucho más lejos que dentro del campo de juego.

En el último discurso de la noche, Ginóbili decidió iniciar su relato con algunas bromas hacia Tim Duncan y Gregg Popovich, mientras ponderó el valor humano del estratega galo. “No voy a hablar de lo que todos saben: la forma en que me dio campeonatos, siempre me dejó en buenas posiciones, penetraba, juntaba rivales y pasaba la pelota para un tiro abierto. Tampoco voy a hablar de lo que pocos saben: después de los tiempos muertos, tiros libres, me daba un abrazo y me preguntaba ‘¿necesitás algo?¿en qué te puedo ayudar?, te necesitamos’. Fueron momentos muy importantes, en etapas tempranas de mi carrera”, esbozó.

“Quiero hablar sobre algo que pasó hace como cien años, en mi temporada de rookie. Llegué lleno de dudas, incertezas, no sabía qué podría hacer. Allá, lejos en el tiempo, incluso tenía un compañero que no pensaba que yo pudiera hacer siquiera algo. Hace mucho tiempo tenía un entrenador que pensaba que yo estaba loco, que era una causa perdida; ni siquiera recuerdo el nombre de ese entrenador, fue hace mucho tiempo.”, lanzó con miradas cómplices a Duncan y su ex entrenador.

Manu, en sus palabras, sostuvo que Paker fue vital para su adaptación dentro de la liga estadounidense y que, pese a la diferencia de edad, él se apoyó en el francés, “el único que pastó por él desde el principio”.

Tenía un base que sí creía en mí. ¡De verdad! Desde el primer día, su optimismo y confianza me sacaron adelante. Me decía: ‘Vas a mejorar, vamos a ser una buena dupla, vas a ser el mejor jugador FIBA, uno de los mejores escoltas de la NBA’. ¡Era emocionante! No sabía qué podía hacer yo, y verlo a él me daba confianza. Yo tenía 25 años, Tony tenía apenas 20, pero el experimentado era él. Me apoyé mucho en él, sobre todo al inicio. Necesitaba un aliado. Y tener a un base como aliado es una buena decisión, ¡gracias también por eso!”, explicó.

Para concluir, el campeón olímpico en Atenas 2004 recalcó la buena relación entre ambos y los nulos conflictos que tuvieron mientras compartieron el campo de juego: “Pasamos por mucho. Tuvimos triunfos fantásticos, vivimos grandes momentos, vivimos muy malos momentos también, derrotas dolorosas. Tuvimos sesiones de video muy ásperas: la tuviste difícil; yo también, pero no tanto como vos. Siempre agradezco que, uno detrás del otro, nos mantuvimos juntos, fuertes. Compartir la cancha 15 años con vos, de la manera en que lo hicimos, fue grandioso. Por último, 15 años juntos, más de 1.000 partidos, muchos triunfos y varias derrotas, cientos de conversaciones después de cenar, en el fondo del micro, y ni siquiera tuvimos una sola discusión. Estaba tratando de recordar si tuvimos alguna; ni una. Como dije hace ocho meses, cuando estuve en este mismo lugar: ha sido un verdadero placer, amigo. Te deseo lo mejor en lo que viene. Gracias por todo”.

MANU, EL CAZA MURCIÉLAGOS:

En la antesala y durante la ceremonia, Manu Ginóbili se convirtió en el centro de la atención debido al ingreso de un inesperado intruso a la fiesta: un murciélago.

Ante el impedimento por poder expulsarlo del estadio, los simpatizantes de los San Antonio Spurs comenzaron a gritar por su “super héroe”, quien se arremangó el saco y amagó a ir a combatirlo.

El vínculo del argentino con los murciélagos se remonta al 2009, cuando en un duelo ante los Dallas Mavericks el ‘20’ derribó de un manotazo al mamífero, lo que le costó cuatro inyecciones para evitar contagios.

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